Escapo de la cama sin ruido, recorro la inmensidad oscura de mi cuarto, toco las paredes, me ubico, salgo. Abro la ducha. Tibio chorro, pelo mojado, cuerpo mojado. El agua quita los trocitos de noche que quedan en mis ojos. El jabón: simple excusa para estar más tiempo en el líquido masaje que cae de arriba. Miro por la ventanilla, un pedazo de cielo, otro de calle. El otoño. Y siento el cuerpo: no el mío, el otro. Es abrazo de piel sumado al abrazo del agua. El beso en el cuello, la mejilla en la mía, la mano agitada, el pelo largo en mi espalda. Rudo compás, dulce cansacio.