Pereza
No trabajé en domingo,
aunque nunca fui Dios.
Ni del lunes al sábado
porque soy criatura perezosa:
me contenté con mirar las calles
donde trabajaban llorando
picapedreros, magistrados, hombres
con herramientas o con ministerios.
Cerré todos mis ojos de una vez
para no cumplir con mis deberes:
ésa es la cosa
me susurraba a mí mismo
con todas mis gargantas,
y con todas mis manos
acaricié soñando
las piernas femeninas que pasaban volando.
Luego bebí vino tinto de Chile
durante veinte días y diez noches.
Bebí ese vino color amaranto
que nos palpita y que desaparece
en tu garganta como un pez fluvial.
Debo agregar a este testimonio
que más tarde dormí, dormí, dormí
sin renegar de mi mala conducta
y sin remordimientos:
dormí tan bien como si lloviera
interminablemente
sobre todas las islas
de este mundo
agujereando con agua celeste
la caja de los sueños.
aunque nunca fui Dios.
Ni del lunes al sábado
porque soy criatura perezosa:
me contenté con mirar las calles
donde trabajaban llorando
picapedreros, magistrados, hombres
con herramientas o con ministerios.
Cerré todos mis ojos de una vez
para no cumplir con mis deberes:
ésa es la cosa
me susurraba a mí mismo
con todas mis gargantas,
y con todas mis manos
acaricié soñando
las piernas femeninas que pasaban volando.
Luego bebí vino tinto de Chile
durante veinte días y diez noches.
Bebí ese vino color amaranto
que nos palpita y que desaparece
en tu garganta como un pez fluvial.
Debo agregar a este testimonio
que más tarde dormí, dormí, dormí
sin renegar de mi mala conducta
y sin remordimientos:
dormí tan bien como si lloviera
interminablemente
sobre todas las islas
de este mundo
agujereando con agua celeste
la caja de los sueños.
Pablo Neruda.