17 octubre, 2010

Hoja seca soplada

Hermosura de barrio de ayer, de calle adoquinada, llana, oscura. Edificios viejos hasta el límite, paredes sin pintura, sin revoque, fábricas ahora silenciosas, casas tristes, vacías, donde la vida sólo existe en yuyos e insectos y ratas. Sombras de árboles mutilados, troncos gruesos y ramas débiles. Perros anarquistas, mugre, silencio, gente. Tristes muchachas semidesnudas que esperan la vida en la esquina, acariciando con miradas los autos, pocos, que crepitan la piedra de la calle. Gente. Caminando sin rumbo por el simple placer de ver cosas, lindas, feas, por el placer de sentir la vida, el horror, la maravilla. Caminando despacio entre sombras y luces amarillas de faroles cansados, arrastrándose con gusto entre bufandas de viento, sobre el olor de la noche, metida en escenas olvidadas de esta ciudad.

1 Comentários:

Blogger Ignacio disse...

Muy bueno che, me gusta.
Recuerdo los barrios de Gran Buenos Aires. La tristeza de los lugares abandonados y pobres. Saludos

28/2/11 14:39  

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