24 junio, 2010

Pelea

intentando sacar de encima lo que duele
casi fuerte y bastante confiado
miro a mis manos y a mis años
pocos, como mis dolores y rencores
muchos, para cantar sin pausa

buscando fuerza, y la belleza de las cosas
de las que queden, más adentro que mis tripas
de las que quemen, lindas puras para siempre
salgo estropeado de la pelea propia
que sin coraje o miedo he comenzado

21 junio, 2010

Hoje

Bem-vindo, hermano. Já faz tempo que te espero, já faz tempo que te anuncias. Nos veremos pelas esquinas desta cidade, pelos cafés que acolhem, pelas taças tintas compartilhadas. Bem-vindo, inverno.

13 junio, 2010

Cristalina

límpida y transparente
casi diría pura
bajo un viento que ni te cuento
bajo cariños de noche oscura
límpida y transparente
casi diría pura
como el agua del mar del cabo
como una primera cita al acaso
como la línea de su cintura

08 junio, 2010

Por la noche

Es decir, entre una seca y otra me tragaba blue notes de jazz y la voz negra de viejos negros jodidos y maravillosos. Dentro de poco me voy, dijo, y se quedó: más risas, más copas, más cigarrillos rubios en manos morenas. Ya nos habían subido los tragos y qué sentimental me pongo con vino tinto y tan sinuosa muchacha a mi lado. Salimos y la noche era una fiesta, una tribuna de circo, una cancha de fútbol, el velorio de un dictador, y ella caminando sin prisa a mi lado con un brazo en mi cuello y el otro en el cuello de cierta botella de Chile, largo y angosto Chile, largo y angosto y bello como su cuerpo. Los besos rojos de la botella le calentaban y creo que los míos también, de a poco esas caricias carménère le provocaban diabólicos divinos escalofríos. El más lindo de los espectáculos delante mis humildes ojos de borracho andariengo en la noche fría de buzos y abrazos.
Seguían los pasos y las citas y alguien trajo una guitarra - ¡qué lindo canto de madera tenía! - y como si nada cantamos todos viejas y nuevas canciones que volaban alto por el cielo sin estrellas, volaban como gorriones de ala rota pero bastante alto y los vecinos nos puteaban por sus ganas de dormir. Cómo duermen los vecinos, che, y no nos importaba mucho pero nos tocó caminar más y más, entre otras gentes y botellas y guitarras, sobre otras veredas y adoquines humillados por los ya viejos remiendos de asfalto. Volábamos de bar en bar, de calle en calle, de beso en verso, y el camino no nos tendía roja alfombra sino la colcha de hojas otoñales que pisábamos, yo, ella, ellos y otros bohemios y otros mendigos y en esa noche hasta los humillados se reían y hasta las sombras brillaban o por lo menos era lo que yo veía con aquel poema flotando a mi lado.
Visitas: